jueves, 12 de diciembre de 2013

Hoy me siento un bicho raro.


Se pueden experimentar muchas sensaciones, emociones y sentimientos  de gran cantidad de formas diferentes, y haciendo casi cualquier cosa, pero... yendo disfrazada al instituto durante toda una mañana, siendo la única, y que todo el mundo te mire, es una muy buena forma.

Al principio, cuando mi profesor nos propuso a mis compañeros y a mí una actividad que consistía en disfrazarnos para ir al instituto, lo primero que pensé fue:
¡Qué vergüenza, ni de broma!; pero claro, en eso consistía la actividad, en que experimentásemos, y que “perdiéramos la vergüenza”.
Al final decidí participar, aunque no tenía ni idea de qué podía ser, ya que no me gusta el carnaval, y solo me he disfrazado de pequeña.
El disfraz que escogí fue de mariquita. Llevaba camiseta y pantalones negros, y un vestidito rojo con puntitos negros, además de unas alas iguales.
Según mi profesor de Biología, era una mariquita falsa, ya que las de verdad tienen siete puntos, y yo llevaba unos cuantos más, pero también dijo que yo era más guapa.

Yo vivo lejos del instituto, por lo que todos los días voy en coche, y me bajo en la calle que está al lado. Antes de entrar por la puerta y que me vieran mis compañeros, ya estaba nerviosa por cómo podían ser sus reacciones, pero la verdad es que fueron bastante buenas, y no pasé demasiada vergüenza.
Durante toda la mañana recibí muchísimas críticas buenas de compañeros de mi clase y otros cursos, e incluso de profesores como he dicho.

En mi opinión, ha sido una actividad genial, y aunque sea tímida, disfruté mucho, y no tuve tanta vergüenza como pensaba que tendría. Es algo muy original, y no me arrepiento, porque nunca había hecho algo así.


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