sábado, 7 de junio de 2014

Gozar y hacer gozar.

Según se cuenta, los hombre vivían en el Edén, un lugar donde no había sufrimiento, no había muerte, no había deseo, no hay carencia, no había guerra... un lugar donde el cuerpo está en perfecta inocencia. En definitiva es el paraíso; un paraíso donde la armonía, la paz, el equilibrio estaba por encima de todo.
Pero todo esto se acabó, según se dice, por culpa de dos mujeres, que a causa de su estupidez, trajeron la desgracia a todos los hombre.

Para el cristianismo, Eva es su origen de todo el mal. Todo comienza con una serpiente que invitaba a consumir el fruto prohibido. Éste, lejos de ser una vulgar man­zana, se trata del fruto del conocimiento: es rechazar la ley de Dios para optar por la voluntad de los hombres.

Para los griegos, Pandora es el mal. Todo empezó cuando, curiosa, abrió una caja que los dioses le habían encomendado cuidar, para ver su contenido. Su contenido eran todas las pasiones y miserias del mundo, que se escaparon, dejando solo dentro de la caja la esperanza de los hombre.

¿Tienen realmente culpa las mujeres de el fin del paraíso, y que a causa de ello los hombres sepan lo que es el dolor, las enfermedades, y la muerte?
 No es así. Ellas optaron por el conocimiento antes que por la obediencia y sumisión. 

¿Qué sentido tiene vivir ajeno a todo conocimiento, como si tuviésemos una deficiencia mental, aunque así fuésemos felices? 
 Las mujeres no dieron la inteligencia, la posibilidad de razonar nuestras condiciones, porque ignorar lo evidente, no es saber. 
Ofray muestra que teniendo conocimiento, surge mayor infelicidad, pero nos hace ser conscientes de cuál es nuestro destino, de que tenemos un fin. 

Entonces, la pregunta que deberíamos hacernos después de saber que no estamos ajenos de todo conocimiento es...¿Cómo podríamos ser felices?
Cada uno interpreta la felicidad de manera totalmente diferente. 
La felicidad se contruye a base de buenos momentos almacenados en recuerdos. Recuerdos que siempre estarán en nuestro conocimiento, y que siempre nos devolverán sentimientos.

Para mí, los buenos momentos son los que dan la felicidad a la vida, lo que nos hace sentir realmente vivos.
¿Qué seríamos sin recuerdos o sin sueños por cumplir? Son los único que realmente nos da esperanza, y lo que nos hace pensar que realmente vale la pena no estar ajenos a todo lo que nos rodea.
A mi, lo que realmente me hace feliz es, después de pasar todo el curso, poder ver a amigos después de un año, y compartir tantos momentos que se convertirán en recuerdos, que siempre estarán dentro de mí, o simplemente, quedar una tarde cualquiera con una amiga y pasarnos horas y horas hablando.
Pero también pienso que, nos vemos rodeados y afectados por numerosos males, enfermedades, decepciones...y nuestro verdadero problema es que, a pesar de tener cosas buenas en la vida, siempre sobreponemos las cosas malas, o siempre las tenemos más presentes.


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